«No hay margen de error en la lucha de David contra Goliat»

J.J. Rendón, Consultor político

Por donde se le mire es un personaje, tan vilipendiado por sus detractores, como ensalzado por más de un presidente o ex presidente que le debe su ascenso a la cumbre del poder.

J.J. Rendón, Psicólogo, consultor político desde hace 25 años, ha participado en más de 5 mil campañas electorales, 26 presidenciales, con un porcentaje de aciertos que, asegura, supera con creces el 90%.

– ¿Es adecuado el desarrollo de una campaña que pone el énfasis en los positivo, en los afirmativo, en el futuro?
– Creo que sí. La campaña de Juan Manuel Santos fue totalmente positiva. Lo que hicimos fue resaltar los graves errores de Mockus.

– ¿Capriles está haciendo lo que hay que hacer?
– Creo que sí, pero la oposición no es sólo Capriles. En Venezuela hay muchas oposiciones y cada una tiene su rol. No se le puede entregar al candidato la responsabilidad de destacar uno u otro mensaje.

– ¿Es posible competir con los recursos, prácticamente infinitos, de un gobierno que carece de escrúpulos?
– Siempre hay una salida. El ejercicio más interesante y por eso me apasiona lo que hago, es entender, en una situación donde siempre habrá ventajas y desventajas, cómo capitalizas tus ventajas y usufructúas las desventajas del otro. La gente va a los partidos de fútbol entre equipos grandes y pequeños porque cree que puede ocurrir un milagro. Y a veces ocurre.

– ¿Estamos, entonces, a nivel de milagro?

Estamos en una situación difícil. No creo que haya mucha oportunidad para dispersiones, ensayos o errores. No tenemos margen de error. Es una lucha de David contra Goliat.

– Chávez utiliza políticamente su enfermedad. La oposición no lo ha hecho. ¿Crees que es conveniente hacerlo y aceptable desde la perspectiva ética?
– No creo que se deba utilizar la salud, sobre todo en el estado actual, cuando no se tiene una información fidedigna.

Ellos (los chavistas) son quienes han alimentado los rumores con la desinformación. Los rumores nacen como una reacción natural de la gente ante hechos que no consiguen desentrañar y los niveles de incertidumbre sobre la salud de Chávez existen porque se busca provocar lástima y admiración ante su lucha contra el cáncer.

La verdad es que les ha ido bien en capitalizar electoralmente el tema. A Cristina Kirchner le fue mejor en la encuestas a partir de la muerte de su marido porque se victimizó y Kirchner gana las elecciones, desde la tumba, como un efecto Cid Campeador. El voto lástima mueve gente.

– El problema es que no sabes cuánto puede durar esto. Al final se puede imponer la realidad.
– A ellos no les importa y esa es su ventaja. Hacen lo debido en el momento en que deben hacerlo y llevan su posición hasta el máximo. Si Chávez se muere, ya verán.

– Son tácticos, no estratégicos.
– Si ves los cambios de «estrategia» del gobierno te darás cuenta que son diarios.

Ellos tienen licencia para declarar cualquier barbaridad, cada quien de su lado, pero todos remando hacia un mismo fin: oprimir a la oposición, generar miedo, mantenernos distraídos, imponernos su agenda y lograr que nuestra moral descienda. Ellos están en un proceso intenso de operaciones sicológicas y manipulación de la opinión pública.

Por eso me nombran, porque los pongo en evidencia y sé lo que están haciendo.

– ¿Tienen miedo de que te incorpores a la campaña de Capriles?
– Claro. Esta guerra sucia que me hacen en La Hojilla, Contragolpe, algunas columnas y José Vicente (Rangel) la extienden a donde yo esté. Si viajo a la Argentina, allá aparecen, si estoy en México lo mismo. ¿O tú crees que la prensa colombiana tenía referencias mayores acerca de mí? No. Es invento, tras invento. Tienen años diciendo que soy de la CIA y me paga el Pentágono. Que participé en la invasión a Irak, en la de Panamá, y hasta en la de Granada, cuando tenía 16 años.

– Si la cosa es así, ¿por qué no convertirlo en realidad?
– Yo he querido. Pero para que uno se pueda incorporar a una campaña hay 2 cosas importantes: primero, médico no busca paciente. El día en que un médico me llame y se me ofrezca («¿necesitas un doctor?»), yo haré promoción de esa manera.

A muchas empresas de consultoría les molesta que yo diga eso porque presentan ofertas de trabajo, tienen folletos promocionales, páginas web, relaciones públicas. Pero mi método de trabajo, que hasta ahora ha resultado exitoso, es que yo trabajo con un cliente, logro resultados, él queda contento y me recomienda con otro.

Ese ciclo no se ha cumplido en Venezuela porque lo que pasa afuera carece de valor adentro, nadie es profeta en su tierra y la oposición ha comprado el discurso del chavismo. Entonces el chavismo me denuncia como experto en guerra sucia y la oposición dice: ¡Guao! Mejor no nos traemos a éste porque le va a dar mala fama a la campaña. Y ese es el objetivo del chavismo: enrarecer cualquier participación que yo tenga.

– ¿Y por qué no trabajas con Chávez?
– El único consultor en América Latina que dice públicamente que no trabaja para todo el mundo y no hay dinero en el mundo capaz de lograr que se alíe con esta gente (el chavismo), soy yo. Ellos me ofertan, se acercan una o dos veces al año y tratan de que yo cambie de bando.

Siempre respondo igual: «Dígale al líder del régimen que si quiere que lo atienda como psicólogo, no me puedo negar, pero en cuanto a consultoría política que se olvide porque no creo en un proyecto que le ha hecho tanto daño al país y al hemisferio.

– Dices que la oposición ha comprado el discurso del chavismo en tu caso, ¿crees que eso ocurre a nivel general?

– Cada vez que asomas la cabeza más de la cuenta, el chavismo no sólo te estigmatiza, sino que busca convertirte en un apestado dentro de los tuyos. Y entonces nosotros mismos nos discriminamos. «No me reúno con fulanito porque es de tal partido o con menganito porque es amigo de aquél banquero».

¿Acaso los chavistas se teletransportaron de una galaxia remota? Todos estos señores participaron en la vida pública venezolana durante muchos años y ahora aparecen como si hubieran borrado el pasado (práctica fascista) y fueran gente nueva.

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