¡Estoy harta!

Carolina Jaimes Branger

Estoy harta. Sí. Me provoca gritarlo a los cuatro vientos. Harta de que mi país cada vez esté más dividido por el odio y los resentimientos.

Harta de que absolutamente todo se politice. Harta de las rencillas, de los «toma y dame», de las ofensas. Harta de que las cosas más anormales sean «normales».

Harta de que la violencia sea parte del día a día de la sociedad venezolana. Harta de que los asesinatos diarios pasen por debajo de la mesa, como si nada.

Estoy harta, sí, ¡harta! Harta de que los presos tengan más armas que las policías y de que haya policías que sean más malandros que los malandros. Harta de que los cuerpos de seguridad del Estado sepan quiénes, cómo, cuándo y dónde se planifican secuestros y crímenes y no hagan nada.

Harta de la hipocresía de los funcionarios públicos. Harta de la corrupción.

Harta de quienes pasan por opositores en reuniones con amigos y hacen pingües negocios con el Gobierno.

Harta de la falta de valores generalizada.

Estoy harta de la intolerancia, del maniqueísmo, de la manipulación de las informaciones. Estoy harta de que se usen las esperanzas y carencias del pueblo como instrumentos de proselitismo político.

Harta de que la desesperación convierta en héroes a quienes solo para salvar su pellejo, dicen cosas en contra del Gobierno.

Harta de toda esa fauna de delincuentes.

Harta de que los jueces y fiscales sean sigüíes del presidente de la República. Harta de las solidaridades automáticas. Harta de que en aras de la «igualdad» se destroce lo que se ha construido. Harta de ver el estado deplorable de las empresas expropiadas y nacionalizadas.

Estoy harta de las «nulidades consagradas» que destrozan el país. Harta también de las «mediocridades engreídas» que creen que las únicas opiniones verdaderas y válidas son las suyas, de ambos lados de la acera política. Harta de ser «culpable» de lo que no tengo culpa: de haber nacido en la familia que nací, de haber tenido una buena educación, de ser culta y cortés. «Culpable» hasta de tener la piel blanca. Harta de que en este país de locos se descalifique a priori, se insulte sin razones, se agreda porque sí.

Estoy harta de la mediocridad, de la ineficiencia, de la vulgaridad. Estoy harta de vivir como estoy viviendo, de sentir lo que estoy sintiendo, de recibir lo que estoy recibiendo. ¡Harta!

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