Democracia y dictadura incompletas

Antonio María Delgado

El régimen establecido por el chavismo en Venezuela no es una dictadura como muchos lo han catalogado, pero tampoco es una democracia como sus líderes en Caracas quieren hacer ver.

Se trata en cambio del más fiel ejemplo que tiene América Latina del “Autoritarismo Competitivo”, un modelo híbrido con altas dosis de tiranía pero con un rostro electoral.

Y es que la academia tiene una definición para este tipo gobierno. Los profesores estadounidenses Steven Levitsky y Lucan Way en el 2010 publicaron un libro sobre el tema, analizando la aparición de nuevos regímenes que violan los principios democráticos más básicos pero que se legitiman con la realización de elecciones, aunque generalmente en condiciones tan desiguales que es altamente improbable que la oposición pueda ganar.

Es un fenómeno que cobró mucha fuerza en el final de la Guerra Fría, con más de 35 países en los que ha hecho aparición, incluyendo naciones que van desde Azerbaiján hasta Zimbawe, y que en América Latina tiene su mejor representación en Venezuela, dijo Levitsky en una entrevista.

“Yo diría que Venezuela es el caso más ilustrativo de lo que es este tipo de regímenes y que los casos de Bolivia, Ecuador, y Nicaragua también entran en esta clasificación, pero son menos duros, manteniéndose más cerca de la raya de diferenciación”, dijo Levitsky

Pese a que la oposición venezolana cantó fraude en las pasadas elecciones presidenciales de abril, el profesor de Harvard aún no considera que la nación sudamericana terminó de entrar en la casilla destinada para las dictaduras.

“Venezuela sigue siendo un régimen de autoritarismo competitivo. Hubo una elección bien peleada. A la gente se le olvida lo que son las dictaduras. Una dictadura es lo que había en la Unión Soviética bajo Stalin. Una dictadura es lo que se instauró en Cuba, particularmente en los sesenta y los setenta. Una dictadura es Mao en China”, sostuvo.

“Lo que tenemos en Venezuela es un régimen electoral, un régimen donde hay una oposición que todavía está en la calle, y no en la cárcel; donde aún hay medios que critican al gobierno, y que hay sobre todo una oposición que compite, no en condiciones justas, pero que compite por el poder. Yo diría que sigue siendo un ejemplo clarísimo de lo que es el Autoritarismo Competitivo”, explicó.

No obstante, el régimen chavista no puede ser catalogado como democrático.

En el libro, Autoritarismo Competitivo: Regímenes Híbridos Después de la Guerra Fría, Levitsky junto con Way argumentaron que este tipo ordenamiento político no puede ser interpretado como una democracia imperfecta o en transición sino como un régimen no democrático con sus propias características.

En esencia, se tratan de regímenes donde existen instituciones democráticamente formales que permiten elecciones, pero donde los gobiernos electos violan las reglas de juego con tanta frecuencia que incumple con los estándares mínimos convencionales para la democracia.

En América Latina, el surgimiento de estos regímenes ha estado arraigado en el populismo en países con instituciones democráticas débiles, dijo Levitsky.

Los chicos del rating

Alberto Barrera Tyszka

Al paso que vamos, mañana podrán nombrar a Osmel Souza nuevo presidente del Consejo Nacional Electoral.

Solo han bastado cinco meses para frivolizar la idea de la revolución. Lo que han ganado en la consolidación y endurecimiento de su propio aparato, lo han perdido en discurso y en símbolos.

Hoy, la identidad del chavismo es otra. Su poder tiene cada vez más fuerza bruta y menos ideología; más maquinaria y menos empatía con la cultura popular. La brújula del comandante está extraviada. Y sus herederos andan desesperados, hundidos en kilos de retórica, buscándola.

Por eso, Maduro y su combo esta semana se han brincado olímpicamente la democracia participativa y han designado, a golpe de dedo, algunos de los candidatos para las próximas elecciones. Pero eso no es todo. Eso solo es parte del procedimiento.

«Pero olvidan que el público cambia. Que la gente no es pendeja. Que la historia no pasa en vano».

Hay algo, también, definitivo en el perfil de sus elegidos. Uno es un animador de televisión. Otro es un cantante. Otro, un ex pelotero de las grandes ligas. Quieren candidatos más potables. Chavistas que no parezcan chavistas.

Afirma Luis Vicente León que esa es una estrategia correcta.

Que si palabras más, palabras menos él fuera asesor del gobierno podría recomendar algo así. Es lo que haría cualquier experto en marketing político.

Se trata, pues, de una jugada de librito. Ante audiencias hostiles, presenta ofertas distintas.

No dudo que León sepa mucho más que yo del tema, sin embargo, no puedo de dejar de pensar que hay algo de desespero, de síntoma de perdedor; que traicionar tu propia identidad para buscar más público supone un riesgo mortal.

Lee esta declaración de Winston Vallenilla: “Esta gente ha utilizado los recursos del Estado en beneficio propio recursos que no llegan a la gente, que no se ven, que no son palpables, que no los puede disfrutar el pueblo, la clase media. Y este país es de todos nosotros”.

Si lo hubiera dicho Diego Arria no habría tenido que cambiar las comillas. No pasara nada. Y eso es fatal para el chavismo. Más allá de los gritos, de los slogans y las sonrisas, Vallenilla no tiene identidad. Y esa ventaja publicitaria puede ser también un insulto.

Para mantenerse en el poder, Maduro necesita traicionar al chavismo.

Así como en la producción de telenovelas de antes se buscaban personajes y tramas que pudieran subir cerro, ahora buscan ansiosamente subir urbanizaciones para seducir a la clase media. O tratan de vencer las resistencias de los sectores populares que se siente defraudados. O intentan mantener viva la fe de los pobres que ya no se reconocen en el PSUV.

El gran desafío de Maduro es reinventar la esperanza. La herencia de Chávez también es su peor enemigo: 29% de inflación. No hay santo que pueda con eso.

«Quieren candidatos más potables. Chavistas que no parezcan chavistas».

El plan de los poderosos es muy claro. Golpean, acosan, presionan, distribuyen el miedo. Persiguen a Mardo, a Oscar López, no saben cómo parar a Capriles.

Mientras promueven un nuevo chavismo pálido, candidaturas que saben a beisbol y a Guerra de los Sexos.

Los otros candidatos impuestos siguen también una línea similar.

Ernesto Villegas dice convencer a los opositores de que han votado en contra de sí mismos, minimizando a quienes desea convencer, desdeñando su capacidad de discernir y de disentir.

Pérez Pirela afirma jubiloso: “¡Vamos por los no convencidos!”, como si nadie lo hubiera visto durante años, repartiendo sornas e insultos por televisión. Es la versión edulcorada de Mario Silva, un Nolia con algo de francés, citas de Greimas, un poco de la semiótica de Yuri Lotman y la escuela de Tartú.

Suponer que el otro es un tonto, manipulado o confundido, nunca es un buen punto de partida.

Son los nuevos chicos del rating. Los que sonríen mientras el poder te amenaza y te persigue.

Pero olvidan que el público cambia. Que la gente no es pendeja. Que la historia no pasa en vano. Que a veces regresa de manera paradójica: también en 1998 hubo quienes creyeron que una miss podía ser una gran solución política.

Claves del fascismo

Américo Martín

Llamar fascistas a los líderes del gobierno, calza a la perfección. Que Diosdado apalee y luego acuse de ser fascistas a Borges o a María Corina, es la típica mentira institucionalizada del viejo y el nuevo fascismo: hacer pasar a las víctimas como victimarios.

1.- El fascismo fue un sistema de dominación con unos mecanismos represivos especiales. La nota esencial de ese sistema es el totalitarismo y entre los mecanismos represivos que le son propios cobraron fama especial los grupos armados, adiestrados y organizados bajo un mando superior, para aplastar disidentes y amansar manifestaciones no violentas.

2.- El vocablo «fascismo» viene de los agresivos grupos fundados por Benito Mussolini en marzo de 1919 en Milán, en su programa del Santo Sepulcro. Germen del Partido Social Italiano, fueron denominados Fasci di combattimento. Fasci = Fascismo.

3.- En la Alemania nazi actuaron, para idéntico propósito, las Shutztaffen (SS), bautizadas como grupos de terror en la Noche de los Cuchillos Largos. Por eso y por la alianza que Alemania e Italia configuraron en la Guerra Mundial se habló del nazi-fascismo: una sustancia con dos rostros: sistemas totalitarios y grupos violentos para masacrar disidencias.

4.- Es insuficiente y erróneo afirmar que el fascismo sea un sistema emanado de la alianza del Estado con las capas más poderosas y reaccionarias del capital.

«Llamar fascistas a los líderes del gobierno, calza a la perfección»

¿Cómo explicar que el vocablo se aplicara únicamente a Alemania e Italia y por extensión a Japón, pero no a EEUU, Reino Unido, Francia y demás naciones occidentales?

Estos países eran economías maduras cuyos poderosos empresarios apoyaron con todos los medios posibles a sus respectivos Estados.

¿Por qué allá se configuraron regímenes totalitarios extremadamente represivos y en cambio aquí no ocurrió eso?

De hecho, la Internacional, bajo la presidencia de George Dimitrov, trazó la línea de que los comunistas debían aliarse con los capitalistas democráticos para enfrentar juntos el nazi-fascismo. Stalin se alió con Roosevelt y Churchill contra los países del Eje.

Es obvio entonces que la fórmula: Gran Capital + Estado = Fascismo, no es válida, o a lo sumo lo sería en muy pocos casos.

5.- Si vamos a la sustancia y no a la presunta procedencia del fenómeno, lo que se rechazó del nazi-fascismo fue su brutalidad totalitaria, su deseo de «expandirse» por Europa, Asia, África y eventualmente América.

La voluntad de exportar la revolución más allá de las fronteras está igualmente en la naturaleza del sistema totalitario.

Totalitarismo: sistema de dominación con prácticas paramilitares y voluntad de expandirse hacia el mundo, fueron rasgos notables del nazi-fascismo; pero también lo fueron del comunismo soviético desde antes del estalinismo.

6.- Para justificar un proyecto tan avasallante fue menester implantar una nueva visión del mundo y ese fue el origen de la ideología única, la enemiga jurada del pluralismo y de quienes pensaran distinto. Ideología única fue el nazismo. Ideología única el fascismo. Ideología única el falangismo e ideología única el marxismo-leninismo-estalinismo.

7.- Cuando Hanna Arendt escribió Los orígenes del totalitarismo ­y en obras posteriores­ abundó en el tema, tomó un modelo bifronte: la Alemania de Hitler y la Unión Soviética de Stalin y sus epígonos. En todo lo esencial el sistema soviético fue idéntico al nazi.

«La voluntad de exportar la revolución más allá de las fronteras, está igualmente en la naturaleza del sistema totalitario»

No eran dictaduras simples, sino totalitarias. Su propósito era integrar a su dinámica todos los espacios grandes y residuales que aún no estaban plenamente ocupados, imponer una sola voluntad, legalizar un solo partido y dotarse de un jefe omnisciente convertido en deidad.

Además: restringir las libertades de prensa, sindical, gremial y de huelga con el propósito final de eliminarlas. Controlar la educación, liquidar la descentralización y las autonomías, reescribir la historia para diseñar los hechos del pasado cual eslabones o etapas que pavimentaron su iluminada y sedicente revolución.

8.- En el ejemplo de aquellos dos países y en todos donde regímenes análogos hayan vencido, se repetirán seis componentes que ahora resumo: sistema totalitario mecanismos brutalmente represivos usando auxiliares especialmente crueles como los fasci, las SS o los «colectivos» ideología única partido único expansión de la sedicente revolución más allá de fronteras agobiante culto a la personalidad Fascismo moderno es eso y todo eso.

Que resulte de la alianza entre el gran capital o de un partido totalitario y el Estado, no es más importante que lo son sus diabólicos componentes.

9.- Contraponer el socialismo real al sistema fascista es un disparate. Son de la misma naturaleza. Causan los mismos daños y envilecen de la misma manera a la gente. Cinco años antes de morir, José Carlos Mariátegui, el más célebre y respetado de los comunistas latinoamericanos, escribió: «En los revolucionarios como en los fascistas se advierte análogo impulso romántico, análogo humor quijotesco». Hay más analogías que esas, José Carlos.

10.- Cuando acusan de fascista a la MUD incurren en un grueso error, a sabiendas. La MUD no incluye en su programa y sus actos nada parecido a un modelo que proscriba el pluralismo y destruya la disidencia. La MUD no organiza «colectivos» ni ataca actos del gobierno ni acopia armas ni deja de manifestar su deseo de reconciliación y vocación pacífica.

Decir que sus líderes son «fascistas» no es serio ni justo. ¿Cómo podrían si respetan los derechos de todos más allá de sus discrepancias?